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Mi llegada y camino a la alimentación saludable

Nací al inicio de la década de los 80 en, cuando el “progreso” comenzaba, seguí los hábitos alimentarios que viví en casa y que la sociedad marcaba, que eran muy similares a los de mis amigos y entorno, para desayunar bollería o cereales industriales con Nesquick (me gustaba más que el cola cao), carnes, pescados, embutidos, quesos, cocidos con carne, chorizo y morcilla, paella, pasta, ensaladas, pizzas los sábados, bocatas, puré vegetal, salchichas Frankfurt… el dulce me tiraba mucho, y los atracones de gominolas, chocolate, gusanitos, chuches, pastas, polvorones, pasteles… eran habituales.

Quitando mi exceso de dulces, no me había cruzado con nadie que pusiera en duda este tipo de alimentación, incluso cuando me fui a vivir a otras ciudades o países, y si lo habían hecho, no me di cuenta. Nunca había cuestionada nada sobre este tema,  vamos nunca imaginé el espeluznante entramado que se trae la industria alimentaria, y menos aún que las autoridades sanitarias no velaran por nuestra salud. A mis 33 años mis conocimientos de nutrición eran nulos, creía que el arroz blanco salía así de la naturaleza… Y lo que más me sorprendió, es que las palabras de el célebre médico griego Hipócrates “que tu alimento sea tu mejor medicina, y tu medicina tu alimento”,  fueran verdad.

Estaba en cama, con un síndrome de abstinencia a las drogas psiquiátricas espantoso (ver post historia breve), había mejorado muy levemente y comencé a notar que algunos alimentos empeoraban aún más la compleja situación que vivía. El sistema nervioso estaba destrozado y tan sensible, que tenía la “suerte” de ingerir alimentos y ver la reacción que estos producían en mi organismo casi al instante. Así fue como comencé a notar la reacción al pan, cuando lo comía, aumentaban mis dolores, la tristeza y las ideas de suicidas. Eliminé el pan de mi alimentación y comencé a buscar información sobre el tema, llegaron los foros nacionales e internacionales de celiacos, intolerantes al gluten… decidí eliminar de mi alimentación todo el gluten y hacerme las pruebas.

La mejoría fue notable, a pesar de todos los síntomas tan desagradables que tenía y que todo indicaba que tenía síndrome de intestino permeable, las pruebas salieron negativas. Mi estado seguía siendo pésimo, pero gracias a la mejoría, comencé a detectar que otros alimentos también agravaban mi situación. Los lácteos fueron los siguientes en irse, aumentaban el dolor, picores, y además generaban una urticaria tremenda, llegaron los foros de las drogas psiquiátricas y la importancia de la histamina, investigué, alimentos ricos en histamina como el pescado, conservas… salieron  fuera de mi alimentación y seguía mejorando.

Estaba claro que este era el camino a seguir, pasaba los días investigando sobre alimentación, foros, libros, estudios, hacía pruebas, eliminaba alimentos, y mi estado de salud mejoraba. Debido a mi hipersensibilidad extrema era lo único que podía hacer para mejorar, ya que incluso hasta las plantas medicinales me hacían mucho daño.  

Dieta paleo, higienismo, Tilden, Karmelo Bizakarra, Jean Seignalet,  macrobiótica, Arnold Ehret, Irene Bueno, T.C. Fry, Eneko Landaburu, Robert Morse, veganismo, el ayuno, frugivorismo, apuntes de Técnico Superior Dietética, vegetarianismo, Ayurveda, la combinación de alimentos, ayuno intermitente, Herbert Shelton, Paracelso, Harvey and Marilyn Diamond, el Estudio de China… (y tantos otros) comenzaron a desfilar delante de mis ojos, nada de lo que me ocurría tenía sentido o seguía un patrón, pero gracias al conocimiento y a “prueba y error”, mi estado de salud mejoraba.

Me di cuenta que mi propio cuerpo me iba guiando y decidí seguirle, llegó un punto que sólo comía zanahorias, calabacín, canónigos, pera, manzana, legumbres, puerro, arroz, harina de maíz y col, y así estuve durante muchos meses; lo demás alimentos aumentaban los dolores, el cansancio, los picores, llegando a dejarme en la cama tirado por varios días o semanas…  

Mi salud prosperaba y me guiaba por eso, a pesar de tener a todo el mundo el contra… algunas personas hasta se mofaban de mí, otros pensaban que estaba obsesionado con el tema (ya tenían claro que estaba loco),  nadie me entendía, pero a mí me daba igual, investigaba, probaba y mejoraba que era lo que a mí me interesaba, quería volver a la vida y estaba decidido a conseguirlo.

Aún sigo investigando a día de hoy, todos estos maestros fueron piezas clave en este camino, me ayudaron un montón y estoy muy agradecido, al final mi intuición me hizo quedarme con el gran Karmelo Bizkarra, gracias a sus magníficas charlas, libros y artículos, comencé a comprender por todos los procesos tan intensos y surrealistas que había pasado, eran crisis de desintoxicación, a conocer el higienismo, la antroposofía, los septenios, a confiar en el organismo, a conocer Wilhelm Reich, ayuno, Alexander Lowen, que tenemos siete cuerpos… gracias siempre Karmelo, nunca estaré lo suficientemente agradecido. 

Mi alimentación es rigurosa, sigo siendo hipersensible a suplementos, cafeína, alimentos procesados, carne, pescado, azúcares, gluten, lácteos… estoy vivo, sano y cada vez puedo comer más variedad, naranja, boniato, habas, calabaza, nabo, pepino, huevo (aunque como muy pocos por elección)… a pesar de haber sido expuesto durante muchísimos años a cantidades insolentes de drogas psiquiátricas, de otras especialidades médicas y de haber tenido una historia adversa, sé que el cuerpo se recupera de todo, el mío está cada día mejor; la alimentación ha sido y sigue siendo clave en este proceso, he vuelto a la vida y tú también puedes hacerlo.

Esta entrada tiene 2 comentarios

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